GARDEL ES NOTICIA

Una iniciativa que busca abrirse paso en el Parlamento promueve bautizar con el nombre "Carlos Gardel" al aeropuerto internacional de Carrasco, en Montevideo.

"Es un buen momento para reivindicar con el nombre de Gardel al aeropuerto internacional" y la idea es darle "más respaldo a lo que representa esta figura", dijo a la agencia de noticias ANSA el Dr. Carlos Arezo, director de Cultura de Tacuarembó.

La iniciativa, agregó, está siendo fogoneada por diputados de esa ciudad y el senador Eber da Rosa, ex intendente de Tacuarembó.

Mientras tanto en Argentina lanzaron el libro "Archivo Gardel", que recoge documentos hasta ahora desconocidos.



Una valiosa serie de cartas, escritas por el "Zorzal criollo" entre 1932 y 1935, innumerables telegramas, fotos familiares, integran este voluminoso libro de Enrique Espina Rawson, presidente del Centro de Estudios Gardelianos del vecino país, y el diseñador uruguayo Alfredo Echániz.



La edición, que esta semana llegará a las librerías, fue presentada el lunes en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, y ya ha reavivado la pasión gardeliana en todos los medios de la región y entre los estudiosos de este mito de la canción popular.



Espina Rawson explicó ayer a El País, en medio de un intenso tour por los medios porteños, que el libro tiene un total de 160 documentos mecanografiados y manuscritos de la correspondencia de Gardel con su madre Berta Gardés, su albacea Armando Defino, los amigos uruguayos -como Ricardo Bonapelch-, con Razzano, así como telegramas, "muchas cartas que le enviaban sus admiradores" y varias fotos inéditas.



"Desde el año 1932 al 35, Gardel contestaba y mandaba al menos una carta por semana, y a veces más", relató Espina Rawson. "Pero el principal cuerpo de correspondencias es entre Defino y Gardel. Él no le mandaba muchas cartas a la madre. Hay unas cuantas, claro, pero él prefería hablarle por teléfono... estando en cualquier lugar de filmación, o en cualquier otro lado, Gardel suspendía lo que estaba haciendo para hablar con la madre".



Con Defino intercambiaban cartas constantemente, porque era un "defensor de sus intereses en Buenos Aires, y eso se prueba en estas cartas: Defino era un tipo muy escrupuloso; un hombre muy versado que además trabajaba en una escribanía y tenía todo el manejo práctico de la cosa legal y estaba asesorado por un abogado Rodríguez Larreta, que era muy bueno. Él se encargaba de los contratos con las radios, los sellos. Tenían un manejo de una profesionalidad increíble".



Además, "él (Defino) le cubrió las espaldas acá en una serie de cosas muy embromadas, complicadas, por ejemplo con el contrato que tenía con Razzano. No hay que olvidarse que Gardel le había firmado a Razzano papeles en blanco". Y en las cartas queda muy claro "la indignación que sentía Gardel con su viejo socio y co autor... porque era un tipo que lo había `jodido` mucho... En una se nota esa bronca cuando le escribe a Defino: `agarrá al turro Razzano y metele una tenaza caliente en el...`".



Esta correspondencia, argumentó el escritor argentino, revela a un artista que "en sus últimos años demostró una inteligencia insospechada hasta para él mismo; fue algo inédito para la época". Tanto como creador, intérprete o empresario, trató en todo momento de controlar todos los hilos de su carrera, dialogó a la par con empresas como la Paramount o la RCA-Victor, supervisó sus contratos, y nunca decayó su preocupación por la calidad de cada una de sus canciones o sus películas ("él mismo supervisaba los libretos, por ejemplo", anotó).



Otra joyita de esta colección es un singular telegrama que le envió la actriz Mona Maris, fechado el 16 de junio de 1934, donde le contaba de su reciente enfermedad y le pedía (o casi suplicaba) que le escribiera al menos unas pocas líneas. Gardel había conocido a Maris durante el rodaje de Cuesta abajo, ese mismo año, y en el ambiente siempre se especuló sobre una posible relación amorosa entre ambos.



También hay una interesante serie de fotografías, que hasta ahora nunca se habían publicado. "Ha aparecido otra foto con su familia en la ciudad francesa de Toulouse; ya se conocía una, pero ahora hay otra que sería del mismo día. Hay otra de Gardel niño, a los tres años, en Buenos Aires, y con el pelo largo… en ese tiempo era muy común esa práctica".



Todos los documentos publicados en Archivo Gardel fueron hallados gracias a un paciente trabajo realizado por Espina Rawson desde la época en que escribió Carlitos Gardel como nunca se vio. Durante la investigación realizada para ese libro tomó contacto con la viuda de Defino, Adela Blasco, con su familia y varios allegados al Zorzal Criollo. "No hay que olvidar", recordó Espina Rawson, que tras la muerte de Gardel, su albacea fue "a Nueva York y volvió con 14 baúles llenos de pertenencias" del artista. Y "muchas de esas cosas fueron donadas a la Casa del Teatro, a coleccionistas privados, sus amigos".



Pero "cuando estuve en la casa de Adela (Blasco), pude conocer una cantidad de cosas, documentos, fotos, que no había visto en ningún otro lugar". Años después, esos bienes fueron heredados por una sobrina de los Defino, Nuria de Fortuni De Cortada, "que era catalana y aficionada a coleccionar todo tipo de cosas, pero era una mujer muy severa, que evitaba cualquier diálogo", por lo que fue imposible acceder a los documentos a través de ella. Años después, "esta señora puso todos estos documentos en una valija y las envió a una casa en Córdoba, y allí quedaron".



Después de su fallecimiento, y cuando sus hijas van a vender esa casa se encuentran sorpresivamente con esa valija, que tenía un rótulo: "cosas de Gardel". Entonces "me puse en contacto con una de las hijas (de Nuria) y su esposo, Alfredo Echániz, y le propongo llevar adelante este proyecto".




El País Digital