Se tomo la nube IDEA VILARIÑO

Idea Vilariño fue poetisa, ensayista y crítica literaria uruguaya perteneciente al grupo de escritores denominado Generación del 45, en la que pueden ubicarse también Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, Sarandy Cabrera, Carlos Martínez Moreno, Ángel Rama, Carlos Real de Azúa, Carlos Maggi, Alfredo Gravina, Mario Arregui, Amanda Berenguer, Humberto Megget, Emir Rodríguez Monegal y José Pedro Díaz entre otros. Dentro de sus facetas menos conocidas se encuentran la de traductora, compositora y docente.

Figura discreta y algo misteriosa en el ambiente literario uruguayo, algunos de sus poemas han sido popularizados en las voces de cantores populares como Alfredo Zitarrosa y Los Olimareños. Inteligente, pesimista y de gran sensualidad, mantuvo por años un romance apasionado y adúltero, con Onetti, Premio Cervantes 1980, a quien dedicó su libro "Poemas de Amor" (1957).

Su primera obra poética que se tituló "La suplicante" fue editada en 1945. En años subsiguientes sería reconocida internacionalmente, y premiada con distintos galardondes.
Como educadora, se desempeño Profesora de Literatura de Enseñanza Secundaria desde 1952 hasta el golpe de estado en 1973. Luego de reinstaurado el sistema democrático, obtuvo la Cátedra de Literatura Uruguaya en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República.

Como compositora, se pueden mencionar dos canciones emblemáticas pertenecientes a la música popular uruguaya: A una paloma (musicalizada por Daniel Viglietti), y la Canción y el poema (musicalizada por Alfredo Zitarrosa). Sus traducciónes también han sido objeto de reconocimiento, llegando algunas de ellas (como las de Shakespeare) a ser representadas en teatros de Montevideo.

Estuvo entre los fundadores de la revista Clinamen, y Número, y se encontró entre los colaboradores de otras publicaciones como Marcha, La Opinión, Brecha, Asir, y Texto crítico.
En 1997, accede a ser entrevistada por Rosario Peyrou y Pablo Rocca, fruto de la cual nace el documental "Idea", con dirección de Mario Jacob y estrenada en mayo de 1998.
Su obra ha sido traducida a varios idiomas, como el italiano, alemán y portugués.

Vivio en Montevideo desde el 18 de agosto de 1920 hasta el 28 de abril de 2009.

La muerte de Idea Vilariño coincide con los homenajes en curso en Uruguay este año por el centenario del natalicio de Juan Carlos Onetti, autor de El pozo, El astillero y La breve vida, y los 30 años, en julio, del fallecimiento de Juana de Ibarbourou, considerada la poetisa máxima del país. Vilariño fue hija de un padre anarquista y una madre católica que decidieron no bautizarla, igual que a Poema y Azul, sus hermanas de nombres tan originales (pero difundidos entre los anarquistas) como el suyo.

"Sé y me gusta hacer cosas. Sé hacer fuego, pintar paredes, traducir, enseñar, hacer un jardín, enseñar a un perro, encuadernar, hacer ginebra", dijo de sí alguna vez Vilariño, quien desde pequeña padeció de asma. En mayo del año pasado fue postulada para el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana .


Obra poética
La suplicante (1945)
Cielo Cielo (1947)
Paraíso perdido (1949)
Por aire sucio (1950)
Nocturnos (1955)
Poemas de amor (1957)
Pobre Mundo (1966)
Poesía (1970)
No (1980)
Canciones (1993)
Poesía 1945-1990 (1994)
Poesía completa (2002)

Ensayos
Grupos simétricos en la poesía de Antonio Machado (1951)
La rima en Herrera y Reissig (1955)
Grupos simétricos en poesía (1958).
Las letras de tango (1965)
El tango cantado (1981)

Fuente Wikipedia



Cuentan que cuando Alfredo leyó el poema de Idea Vilariño llamado "La canción", se sintió tan conmovido que tomó su guitarra y no solo la hizo milonga... también escribió una estrofa. Cuentan también, que cuando Idea la escuchó en vivo, se conmovió tanto que le pidió a Alfredo que la grabara con el nombre de "La canción y el poema".

La canción y el poema
1972

Hoy que el tiempo ya pasó,
hoy que ya pasó la vida,
hoy que me río si pienso,
hoy que olvidé aquellos días,
no sé por qué me despierto
algunas noches vacías
oyendo una voz que canta
y que, tal vez, es la mía.

Quisiera morir –ahora– de amor,
para que supieras
cómo y cuánto te quería,
quisiera morir, quisiera… de amor,
para que supieras…

Algunas noches de paz,
–si es que las hay todavía–
pasando como sin mí
por esas calles vacías,
entre la sombra acechante
y un triste olor de glicinas,
escucho una voz que canta
y que, tal vez, es la mía.

Quisiera morir –ahora– de amor,
para que supieras
cómo y cuánto te quería;
quisiera morir, quisiera… de amor,
para que supieras…



Idea Vilariño y Onetti, una pasión
Blanca Elena Pantin

Los "Poemas de Amor" de la legendaria poeta uruguaya tienen nombre y apellido: Juan Carlos Onetti. La historia de ese libro, la pasión que lo gestó, se remonta a Montevideo a comienzo de los años cincuenta.
Hay escritores condenados a ser reconocidos por un solo libro. Ese parece ser el destino de la poeta uruguaya Idea Vilariño autora de pasionales poemas de amor que tienen nombre y apellido: Juan Carlos Onetti (considerado un clásico del género curiosamente ninguno de los poemas del libro fue incluido en la Antología Poesía Amorosa Latinoamericana editada por Biblioteca Ayacucho.
La historia de esas páginas se remonta a la década de los cincuenta cuando a la sazón no se conocían. La vida intelectual de Montevideo y Buenos Aires permitía esas convivencias en las que cada uno y por su lado se reunía con quien quisiera: Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Bioy Casares, las hermanas Ocampo (Victoria y Silvina), José Bianco... De esos años (1950) data Número, revista donde comenzó todo. Fundada por Emir Rodríguez Monegal, Mario Benedetti, Manuel Claps e Idea Vilariño, la publicación fue una de las pocas que reseñó con entusiasmo la aparición de La vida breve, un libro de Onetti que prácticamente ignoró la crítica de Buenos Aires. Conocerse como se conocían –al menos porque se habían leído– el encuentro no tardó mucho en precipitarse. Al fin y al cabo uno y otro eran el centro y epicentro de círculos intelectuales que ya los habían llevado poco menos que a los terrenos de la leyenda. Ella hierática. El, maldito. La pareja perfecta. El encuentro debió ser en un café del centro de Montevideo. La historia de lo que ocurrió entonces fue referida por Vilariño a María Esther Gilio y Carlos M. Domínguez en la biografía que ambos periodistas publicaron sobre Onetti (Construcción de la noche, Planeta 1993): 'Estaba seduciéndome a fondo con lo mejor de sí mismo y tanto que yo me quedé convencida de que aquello era la séptima maravilla. Esa misma noche me enamoré de él. Me enamoré, me enamoré, me enamoré'. Burro, perro, bestia.
Pero el encuentro definitivo demoraría algunos meses más. Mientras tanto cultivaron una correspondencia en la que se trataban ridículamente de Usted tomándose algunas licencias: 'Pasó el verano y no viniste', se atrevió a reclamar la Vilariño. De allí a lo inevitable: fueron amantes marcados por explosivas rupturas y reconciliaciones. 'Es el último hombre de quien debí enamorarme porque éramos lo más imposible de ligar que había. Nunca entendió el ABC de mi vida, nunca me entendió como ser humano, como persona. Y así teníamos nuestros grandes desencuentros. Si yo hablaba de algo sumamente delicado él me salía con una barbaridad. Decía cosas que me hacían echarlo, imposibles de soportar. Todavía me pregunto por qué aguanté tanto, por qué volví tantas veces. Nos peleábamos y volvíamos a juntarnos, lo echaba, regresaba. Una noche me llamó desesperado para que fuera a verlo. Yo estaba con alguien que me amaba y lo dejé por ir a pasar una noche con él. Y recuerdo que lo único que hicimos fue ponernos de espalda, leyendo un libro él, y yo otro. A la mañana siguiente le agarré la cara y le dije: sos un burro Onetti, sos un perro, sos una bestia. Y me fui'.
Burro, bestia, perro, a Onetti están dedicados todos y cada uno de los poemas de amor que escribió Idea Vilariño .'Estás lejos y al sur/ Allí no son las cuatro/ Recostado en tu silla/ apoyado en la mesa del café/ de tu cuarto/ tirado en una cama/ la tuya o la de alguien/ que quisiera borrar/ –estoy pensando en ti no en quienes te buscan/ a tu lado lo mismo que yo quiero–./ Estoy pensando en ti ya hace una hora/tal vez media/no sé./ Cuando la luz se acabe/sabré que son las nueve/estiraré la colcha/me pondré el traje negro/y me pasaré el peine./ Iré a cenar/ es claro'
Relación definitivamente signada por el deseo, las aristas que pudieron o no construir aterrizaban en el sexo. A días y noches de encierro, sucedían meses sin saber nada uno del otro. Se mandaban al demonio una y otra vez. Un día –años después (1961)– las cosas fueron demasiado lejos. En esta ocasión la amenaza fue cierta: 'Si te vas –alertó el escritor– no me encontrarás a tu regreso'. La poetisa tomó las palabras como la amenaza de un loco que no entendía la gravedad de la noticia que acaba de recibir: el asesinato del profesor Arbelio Ramírez (eran los días de la visita del Che Guevara a Montevideo) y la llamada del gremio de profesores (Idea era profesora del liceo Vásquez Acevedo) convocando a una asamblea que no admitía demoras. 'Si vas, no me encuentras', repitió Onetti. Sin tomarse en serio el ultimátum, Idea se dirigió a la reunión: 'Pero en cuanto pude me escapé y regresé a casa. Cuando vi la luz prendida pensé que estaba pero cuando abrí la puerta sentí como si me golpearan en el pecho. Había dejado una nota insultándome y diciéndome un montón de barbaridades. Y mis poemas, unos poemas de amor que le había dado, estaban arrugados y tirados a los pies de la cama'. Un nuevo (último) encuentro sucedería en 1974 a raíz del terrible cierre del diario Marcha por la censura del régimen militar. El pretexto de la clausura del diario, al que Onetti estuvo estrechamente vinculado, fue la publicación del cuento ganador de un concurso en el cual fue jurado y en el que los militares leyeron un complot contra la dictadura. Onetti fue confinado a tres meses de cárcel y tratado poco menos que como un enajenado mental. A la salida de ese infierno recibió la visita de su antigua amante quien evocó el reencuentro en un texto que cedió para el libro de Gilio y Domínguez:
'Quedamos solos y callados. Callados. Pero yo no soy como entonces; algo aprendí; algo me enseñó el recuerdo; siempre sentí no haber tenido más madurez para tratarlo entonces. O es la diferencia entre estar y no estar enamorada. Nos moriremos sin aprender a hablarnos', pregunté. Siempre nos costó', dijo. Te acordás de aquella vez que llegaste, después de tanto tiempo y estuvimos veinte, treinta minutos sin hablar, sentados, yo en la cama y tú en la silla. Me inhibiste siempre en todo'. Sí', dijo. Tu también', dije. Una vez me dijiste que no podías comer ni hacer el amor ni... conmigo'. Sí', dijo. Y me miraba por momentos; por momentos volcaba la cabeza; se mordía el labios superior, con una expresión de impotencia, de desesperación? Así que yo no sé lo que es el amor. Vos sufrías de amnesia, evidentemente. La primera vez que entré a tu sala del Museo quedé loco por vos. Nunca entendí lo que me pasaba; pero estaba loco por vos'. Nunca me lo dijiste'. Nunca entendí aquel deseo de posesión, aquel afán dominador. (Yo no recordaba nada parecido). No te dejaba ir a clase (es cierto). No podía soportarlo. Y no se trataba de deseo; si no, no sentiría esta horrible ternura que siento por vos', escribió. Onetti y la Gilio hablan en el apartamento del escritor en Madrid. El narrador tropieza con "Poemas de Amor":
–Andá, leelo–, dice Onetti.

Ya no será/ ya no/ no viviremos juntos/ no criaré a tu hijo/ no coseré tu ropa/ no te tendré de noche/ no te besaré al irme/ nunca sabrás quién fui/ por qué me amaron otros./ No llegaré a saber/ por qué ni cómo nunca/ ni si era de verdad/ lo que dijiste que era/ ni quién fuiste/ ni qué fui para ti/ ni cómo hubiera sido/ vivir juntos/ querernos/ esperarnos/ estar./ Yo no soy más que yo/ para siempre y tú/ ya/ no serás para mí/ más que tú./ Ya no estás/ en un día futuro/ No sabré dónde vives/ con quién/ ni si te acuerdas./ No me abrazarás nunca/ como esa noche/ nunca./ No volveré a tocarte./ No te veré morir/

–¿Por qué dice Idea que nunca sabrás quien es ella?– pregunta la Gilio, acaso la periodista que más lo entrevistó. –No sé... Yo nunca sentí que ella estuviera enamorada de mí.
–No entiendo, ¿cómo que nunca estuvo enamorada? Y los poemas que te escribió?
–Yo no digo que no estuvo, sino que nunca sentí que estuvo. Yo creo que lo suyo es algo muy cerebral, intelectual.
–¿Nada más?
–También cama.

Fuentes Wikipedia, ANSA y otros