«Hablar de Donato Racciatti es para mí un inmenso honor por lo significativa que ha sido su música para el arte popular, para la historia de la música popular uruguaya. La iniciativa de pronunciar estas palabras tiene como origen una entrevista con su hija, Rita Racciatti, que está aquí presente, como también está el nieto de Donato Racciatti. Por supuesto, también está este gran amigo que es Octavio Racciatti, abogado ‑muy conocido aquí en la Junta Departamental de Montevideo‑, con quien hemos transitado caminos juntos, particularmente en la Coordinadora M del Frente Amplio; luego se incorporó a la Junta Departamental de Montevideo. Era un amigo entrañable del General Líber Seregni.
Esta familia siente hoy nostalgia por este hombre que en el Río de la Plata y también en el Brasil fue un gran comunicador de la música popular uruguaya.
Yo, en particular, tengo imágenes de un gran cantor amigo nuestro, y diría amigo de los obreros de Radio Mayo. Por ahí anda Uruguay Troncoso, Secretario de Comisión, que trabajó en Radio Mayo. Él también recordará que Carlitos Roldán paraba en Tristán Narvaja y Paysandú, en el boliche de don Lorenzo, “La Cumparsita”. También aquí tenemos al Edil Calandra, al librero, que conoce las historias y las tradiciones de lo que fue esa esquina en aquella época; estoy hablando de la década de ’50. Carlitos Roldán nos ilustraba con sus canciones cuando los obreros de Radio Mayo disfrutábamos de la media hora de descanso; ahí siempre estaba presente la vigencia de Donato Racciatti y de otro gran uruguayo que fue Francisco Canaro.
Donato Racciatti nació en Italia, en una zona que se ha caracterizado por los terremotos, como es la de Los Abruzos, cerca del Mar Adriático; nació en Guilmi, en la provincia de Chieti. Viene al país con cinco meses de edad junto con su padre, don Mauro, su madre, Rita, y sus hermanos.
Desembarcaron en el Puerto de Montevideo; de allí se trasladaron a las inmediaciones de la calle Millán y Cané, donde estaba la escuela Bélgica, a la que pocos años más tarde Donato ingresaría como alumno. Se dice que podría ser el barrio Aires Puros, pero yo creo que la zona donde se crió y pasó su niñez y su adolescencia el maestro Donato Racciatti puede ser Paso de las Duranas.
Entonces, quiero relatar algo sobre Racciatti que fue escrito por el gran amigo Roberto Bianco, ese gran intelectual del pueblo uruguayo, reconocido aquí y en Argentina. Dice así: “Cursaba el segundo o tercer año escolar cuando lo sorprende por primera vez el embrujo del Tango. Volviendo de la Escuela” ‑Bélgica‑ “‑como lo hacía tarde a tarde‑ se entreparaba en la puerta de un café de la zona, donde en la radio siempre estaba sonando un Tango. Una de las veces quedó impactado al escuchar la voz de Mercedes Simone cantar su tango ‘Cantando’, de ahí en más sintió que esa música le llegaba a lo más profundo del alma, hasta tal punto que, en su proyección, incorporó para sí mismo esa música, adaptándola como el más positivo medio de comunicarse con el mundo (con música y letra de Tango).
“Como todo botija de barrio, tuvo una niñez humilde y feliz, y los primeros juegos compartidos con sus vecinitos de la cuadra fueron: el trompo, las figuritas, la pelota de trapo, el balero y las bolitas. Ya más crecidito se entreveraba en los partidos de barrio contra barrio, en los que lo ponían siempre de golero, porque era el más chico del grupo. Terminado su ciclo escolar, ingresa en la Escuela Industrial como aprendiz en Herrería Artística. Después, ya más mocito, vendría el encuentro diario con los muchachos de la barra de la esquina, los primeros ‘dragoneos’ con las chiquilinas del barrio, la concurrencia (en barra) a las fiestas familiares y los sábados de noche el paseo al Centro con los amigos.
“Cuando cumplió 17 años recibió como regalo de su padre un bandoneón marca Doble A, que muchos años más tarde le fuera sustraído del baúl de su auto y nunca volviera a recuperar”. Como se ve, los chorros no son sólo un problema de ahora.
“Sepa Dios con cuánto sacrificio le habría comprado el viejo Mauro” ‑Racciatti‑ “tan preciado instrumento, con el que desarrolló más de la mitad de su trayectoria artística. Suponemos, sin lugar a dudas, que ese fue un momento fundamental en la historia del maestro; aquella sencilla e inolvidable ceremonia de la entrega del bandoneón, que habrá sucedido en el comedor diario o en el medio del patio con parral, donde le habrán hecho guardia de honor un concierto de gorriones, y Donato, acariciando por primera vez su bandoneón, le habrá arrancado un Sol más brillante todavía que el que les regalaba el cielo.
“De ahí en más su vida se consagra al estudio de la música: solfeo, composición y armonía. Cuando ya arrancaba las primeras notas de su fuelle, no faltaron los mangueros invitándolo a que tocara gratis en fiestas familiares, bautismos, casamientos, también festivales artísticos, quermeses y espectáculos a beneficio de su querida primera Escuela Bélgica.
“Después vendrían las actuaciones ‘a beneficio’ semiprofesionales, esas que los seudorrepresentantes de artistas llaman ‘para mostrarse’. Y …así, poco a poco, se fue vinculando con músicos del ambiente, con quienes comenzó tocando en tríos o cuartetos que se formaban en boliches del Centro para animar los bailes de los modestos Clubes Sociales y Deportivos de los barrios.
“En 1938, Racciatti ingresa a la Típica ‘Los brujos’, después ‘Los zorros grises’, más tarde entraría a tallar entre los grandes de nuestra música típica cuando se incorpora a la fila de bandoneones de la Orquesta de Laurenz-Casella y paralelamente trabaja como funcionario de los Casinos Municipales.
“En 1946, Luis Alberto Fleitas lo invita a formar una orquesta en la cual Donato sería el director y Fleitas, el cantor. Arrancaron a lo grande, animando los bailes de Carnaval del Hotel Nogaró de Punta del Este” ‑en aquel entonces era un privilegiado y aristocrático hotel de Punta del Este‑; “luego salen en gira por Brasil, actuando en cabarets importantes de Río, San Pablo y otras ciudades. Esta fusión artística Racciatti-Fleitas duró casi dos años, porque a la vuelta de la gira Racciatti decide formar su propio conjunto y Fleitas vuelve a Brasil, actuando como solista en distintos Night Clubs”.
Luego habría que mencionar los años que estuvo en la Argentina y triunfó, al igual que Francisco Canaro, Julio Sosa y tantos otros uruguayos que en la Argentina encontraron un campo para desarrollar sus cualidades de cantantes o de músicos, y, en el caso de Víctor Hugo Morales, de locutor radial deportivo.
La época de oro de don Donato Racciatti fue cuando tenía como cantantes a Nina Miranda y Olga Delgrossi.
Podemos decir que esta iniciativa de hablar sobre Donato Racciatti es el comienzo del esfuerzo de esta Junta Departamental para que esta personalidad tan trascendente de la música popular figure en el nomenclátor montevideano, sobre todo cuando, en octubre, se cumplan diez años de su fallecimiento y legalmente podamos hacer los trámites correspondientes para que una calle de la ciudad de Montevideo lleve el nombre de ese insigne bandoneonista, director de orquesta, padre de familia, uruguayo de ley.
Para finalizar, señor Presidente, quiero expresar lo difícil que es tocar el bandoneón. La música y los instrumentos musicales lejos están de ser mi fuerte ‑si se tratara de algún motor o de alguna máquina de ferrocarril, me defendería‑, pero se dice, se cuenta, se escribe que el bandoneón es un órgano chiquito. El órgano es el instrumento por excelencia con el cual las grandes iglesias en Europa convocaban a los feligreses, a los fieles, a que a través de la música encontraran el camino celestial, el camino de la mística, de lo espiritual, en el cual la gente se contemplara a sí misma y buscara paz y felicidad en la Tierra. Pero en Alemania tenían el problema de las grandes procesiones hacia las vírgenes, hacia los santos, hacia los idolatrados, y no había música que acompañase esas manifestaciones espirituales. Entonces hubo que inventar un instrumento musical que cumpliese con las mismas funciones que el órgano; ese fue el bandoneón. De ahí lo tremendamente difícil que es sacarle sonidos y melodías. Eso lo logró, desde niño, don Donato Racciatti».
Esta familia siente hoy nostalgia por este hombre que en el Río de la Plata y también en el Brasil fue un gran comunicador de la música popular uruguaya.
Yo, en particular, tengo imágenes de un gran cantor amigo nuestro, y diría amigo de los obreros de Radio Mayo. Por ahí anda Uruguay Troncoso, Secretario de Comisión, que trabajó en Radio Mayo. Él también recordará que Carlitos Roldán paraba en Tristán Narvaja y Paysandú, en el boliche de don Lorenzo, “La Cumparsita”. También aquí tenemos al Edil Calandra, al librero, que conoce las historias y las tradiciones de lo que fue esa esquina en aquella época; estoy hablando de la década de ’50. Carlitos Roldán nos ilustraba con sus canciones cuando los obreros de Radio Mayo disfrutábamos de la media hora de descanso; ahí siempre estaba presente la vigencia de Donato Racciatti y de otro gran uruguayo que fue Francisco Canaro.
Donato Racciatti nació en Italia, en una zona que se ha caracterizado por los terremotos, como es la de Los Abruzos, cerca del Mar Adriático; nació en Guilmi, en la provincia de Chieti. Viene al país con cinco meses de edad junto con su padre, don Mauro, su madre, Rita, y sus hermanos.
Desembarcaron en el Puerto de Montevideo; de allí se trasladaron a las inmediaciones de la calle Millán y Cané, donde estaba la escuela Bélgica, a la que pocos años más tarde Donato ingresaría como alumno. Se dice que podría ser el barrio Aires Puros, pero yo creo que la zona donde se crió y pasó su niñez y su adolescencia el maestro Donato Racciatti puede ser Paso de las Duranas.
Entonces, quiero relatar algo sobre Racciatti que fue escrito por el gran amigo Roberto Bianco, ese gran intelectual del pueblo uruguayo, reconocido aquí y en Argentina. Dice así: “Cursaba el segundo o tercer año escolar cuando lo sorprende por primera vez el embrujo del Tango. Volviendo de la Escuela” ‑Bélgica‑ “‑como lo hacía tarde a tarde‑ se entreparaba en la puerta de un café de la zona, donde en la radio siempre estaba sonando un Tango. Una de las veces quedó impactado al escuchar la voz de Mercedes Simone cantar su tango ‘Cantando’, de ahí en más sintió que esa música le llegaba a lo más profundo del alma, hasta tal punto que, en su proyección, incorporó para sí mismo esa música, adaptándola como el más positivo medio de comunicarse con el mundo (con música y letra de Tango).
“Como todo botija de barrio, tuvo una niñez humilde y feliz, y los primeros juegos compartidos con sus vecinitos de la cuadra fueron: el trompo, las figuritas, la pelota de trapo, el balero y las bolitas. Ya más crecidito se entreveraba en los partidos de barrio contra barrio, en los que lo ponían siempre de golero, porque era el más chico del grupo. Terminado su ciclo escolar, ingresa en la Escuela Industrial como aprendiz en Herrería Artística. Después, ya más mocito, vendría el encuentro diario con los muchachos de la barra de la esquina, los primeros ‘dragoneos’ con las chiquilinas del barrio, la concurrencia (en barra) a las fiestas familiares y los sábados de noche el paseo al Centro con los amigos.
“Cuando cumplió 17 años recibió como regalo de su padre un bandoneón marca Doble A, que muchos años más tarde le fuera sustraído del baúl de su auto y nunca volviera a recuperar”. Como se ve, los chorros no son sólo un problema de ahora.
“Sepa Dios con cuánto sacrificio le habría comprado el viejo Mauro” ‑Racciatti‑ “tan preciado instrumento, con el que desarrolló más de la mitad de su trayectoria artística. Suponemos, sin lugar a dudas, que ese fue un momento fundamental en la historia del maestro; aquella sencilla e inolvidable ceremonia de la entrega del bandoneón, que habrá sucedido en el comedor diario o en el medio del patio con parral, donde le habrán hecho guardia de honor un concierto de gorriones, y Donato, acariciando por primera vez su bandoneón, le habrá arrancado un Sol más brillante todavía que el que les regalaba el cielo.
“De ahí en más su vida se consagra al estudio de la música: solfeo, composición y armonía. Cuando ya arrancaba las primeras notas de su fuelle, no faltaron los mangueros invitándolo a que tocara gratis en fiestas familiares, bautismos, casamientos, también festivales artísticos, quermeses y espectáculos a beneficio de su querida primera Escuela Bélgica.
“Después vendrían las actuaciones ‘a beneficio’ semiprofesionales, esas que los seudorrepresentantes de artistas llaman ‘para mostrarse’. Y …así, poco a poco, se fue vinculando con músicos del ambiente, con quienes comenzó tocando en tríos o cuartetos que se formaban en boliches del Centro para animar los bailes de los modestos Clubes Sociales y Deportivos de los barrios.
“En 1938, Racciatti ingresa a la Típica ‘Los brujos’, después ‘Los zorros grises’, más tarde entraría a tallar entre los grandes de nuestra música típica cuando se incorpora a la fila de bandoneones de la Orquesta de Laurenz-Casella y paralelamente trabaja como funcionario de los Casinos Municipales.
“En 1946, Luis Alberto Fleitas lo invita a formar una orquesta en la cual Donato sería el director y Fleitas, el cantor. Arrancaron a lo grande, animando los bailes de Carnaval del Hotel Nogaró de Punta del Este” ‑en aquel entonces era un privilegiado y aristocrático hotel de Punta del Este‑; “luego salen en gira por Brasil, actuando en cabarets importantes de Río, San Pablo y otras ciudades. Esta fusión artística Racciatti-Fleitas duró casi dos años, porque a la vuelta de la gira Racciatti decide formar su propio conjunto y Fleitas vuelve a Brasil, actuando como solista en distintos Night Clubs”.
Luego habría que mencionar los años que estuvo en la Argentina y triunfó, al igual que Francisco Canaro, Julio Sosa y tantos otros uruguayos que en la Argentina encontraron un campo para desarrollar sus cualidades de cantantes o de músicos, y, en el caso de Víctor Hugo Morales, de locutor radial deportivo.
La época de oro de don Donato Racciatti fue cuando tenía como cantantes a Nina Miranda y Olga Delgrossi.
Podemos decir que esta iniciativa de hablar sobre Donato Racciatti es el comienzo del esfuerzo de esta Junta Departamental para que esta personalidad tan trascendente de la música popular figure en el nomenclátor montevideano, sobre todo cuando, en octubre, se cumplan diez años de su fallecimiento y legalmente podamos hacer los trámites correspondientes para que una calle de la ciudad de Montevideo lleve el nombre de ese insigne bandoneonista, director de orquesta, padre de familia, uruguayo de ley.
Para finalizar, señor Presidente, quiero expresar lo difícil que es tocar el bandoneón. La música y los instrumentos musicales lejos están de ser mi fuerte ‑si se tratara de algún motor o de alguna máquina de ferrocarril, me defendería‑, pero se dice, se cuenta, se escribe que el bandoneón es un órgano chiquito. El órgano es el instrumento por excelencia con el cual las grandes iglesias en Europa convocaban a los feligreses, a los fieles, a que a través de la música encontraran el camino celestial, el camino de la mística, de lo espiritual, en el cual la gente se contemplara a sí misma y buscara paz y felicidad en la Tierra. Pero en Alemania tenían el problema de las grandes procesiones hacia las vírgenes, hacia los santos, hacia los idolatrados, y no había música que acompañase esas manifestaciones espirituales. Entonces hubo que inventar un instrumento musical que cumpliese con las mismas funciones que el órgano; ese fue el bandoneón. De ahí lo tremendamente difícil que es sacarle sonidos y melodías. Eso lo logró, desde niño, don Donato Racciatti».
Tras estas palabras el presidente de la JDM tomó la palabra para agradecer y para leer una nota que decía: «Tengo el honor de agradecer el presente homenaje a mi padre por parte de un organismo que yo quiero mucho puesto que fui Asesor Letrado durante diez años. Les agradezco por su intermedio también a todas las señoras y señores Ediles por su recuerdo. Octavio Carlos Racciatti».